29.8.15

Periodismo de partido


Desde hace unos meses vengo utilizando en Twitter el hashtag #PeriodismoDePartido para señalar casos en que los medios de comunicación españoles directamente faltan a su responsabilidad ética para favorecer a sus opciones partidistas.

Empecemos por definir la responsabilidad del periodismo. Hace muchos años, en dos universidades mexicanas donde impartí el Taller de Géneros Periodísticos, definíamos al periodismo como "el oficio destinado a hacer efectivo el derecho de la gente a saber". Para un periodista, sin importar cuán comprometido esté políticamente, el valor primero es el derecho de la gente a saber. Y de esta concepción se deriva la idea del periodismo honesto (que sí es posible) paralelamente con el del periodismo objetivo (que es un ideal inalcanzable, aunque debe tenerse presente).

El abogado tiene por objeto hacer efectivo el derecho de la gente a una justicia equitativa y justa. El médico tiene por objeto hacer efectivo el derecho a la salud. El profesor vive para hacer efectivo el derecho a la educación. El periodista existe para hacer efectivo el derecho a la información. Simple.

Es honesto que si el partido político o el dirigente con los que un periodista se siente identificado hacen algo incorrecto, el periodista lo informe al público. Es deshonesto ocultarlo. Uno lo puede hacer con dolor, incluso, pero entiende que en una sociedad libre, el derecho de la gente a saber es fundamental porque al final es lo más sano para la democracia. Lo mismo cuando un partido político o dirigente de otras opciones que el periodista aborrece actúan correctamente o hacen algo relevante. No se puede mentir. Es la regla principal. Ni por omisión, ni por acción, ni por sesgo. Los medios tienen un espacio para la opinión: su página editorial. Pero el resto de las notas no deberían contener sesgos editoriales, sino que deberían estar investigadas, redactadas y enfocadas de modo tal que quien las lea se entere de los hechos, nada más.

(Añadido el 25 de octubre: La columnista Ashe Schow dio hace poco un ejemplo clarísimo de esto. Es políticamente conservadora, republicana y enemiga de los demócratas, y nunca lo ha negado, es abiertamente partidista, y en la crónica que hizo sobre la audiencia de Hillary Clinton ante un comité del Congreso de los EE.UU. con el tema del atentado de Benghazi no oculta su antipatía hacia la política, ni su posición personal, pero relata los hechos puntualmente y llega a las conclusiones a las que la llevan los hechos aunque no le guste. El periodismo honesto desde el partidismo, es posible. Basta tener principios.)

En lo personal, como simpatizante del PRD en México (cuando era un partido de izquierda plural y no una agencia de colocaciones afiliada al PRI) tuve en ocasiones que informar de acciones que me parecían absolutamente inaceptables, como el voto de los diputados del partido para el reestablecimiento de las relaciones con el Vaticano en 1992. Lo mismo me ha pasado con otros partidos y grupos con los que me identifico. Incluso en España, en 2011, fui, hasta donde recuerdo, el primero o uno de los primeros que denunció con gran desazón la barbaridad que representaba que la entonces senadora por el PSOE, Leire Pajín, se paseara en público con una pulsera mágica "PowerBalance".

En los medios masivos de España esto no ocurre. Simplemente no ocurre. La prensa se ha convertido en un coro de sicofantes lamentable y, lo peor, autocomplaciente y desprovista de todo sentido de la autocrítica. Todo periodista es un pontífice. Toda tribuna es un púlpito desde el cual se predica antes que informar.

Si eres periodista en un medio presuntamente de izquierda, no te atreverás (aún si lo consideraras así) a expresar que Ada Colau (alcaldesa de Barcelona) o Manuela Carmena (alcaldesa de Madrid) han cometido un error. Quienes te lean, jamás sabrán de esos ayuntamientos más que lo bueno o, en el mejor de los casos, te verán haciendo la defensa contra sus opositores, críticos o disidentes.

Si no lo haces así, tu medio (autodefinido de izquierda, repito) te mandará a cubrir los partidos de la segunda división de la liga de fútbol de Chechenia.

Si eres periodista de derecha, por supuesto, no te atreverás a decir que ninguna de las dos alcaldesas puede haber tomado una decisión inteligente, beneficiosa y honestamente adecuada para la ciudadanía. Tus opciones son callar el tema, que ojos que no ven, corazón que no siente, o bien reinterpretarlo de modo tal que resulte que la decisión es maligna, deshonesta, estúpida y parte de un complot de la maldita izquierda para lanzar a España a un agujero negro.

Por supuesto, las críticas que se pueden hacer contra el #PeriodismoDePartido son mucho más ácidas y enérgicas contra quienes se venden como "medios de izquierda". ¿Por qué? Porque la derecha no cree ni se plantea creer en la libertad de pensamiento, de opinión y de información, abortos de la Ilustración que atentan contra el derecho divino de las aristocracias, las jerarquías religiosas y los dueños del dinero. Porque la derecha está en su papel al hacer un periodismo tendencioso, rastrero, servil, deshonesto y manipulador.

Pero cuando los medios de izquierda (o reputadamente de izquierda, o percibidos como de izquierda, o autoproclamados como de izquierda, a veces ya no lo sabemos) hacen un periodismo tendencioso, rastrero, servil, deshonesto y manipulador pero sirviendo supuestamente a ideales opuestos a los de la derecha, lo que hace es mucho peor, porque además de desvirtuar el oficio periodístico, desvirtúa la posición ideológica que pretende conjuntar en un malabarismo extraordinario los derechos, las libertades, la justicia, las oportunidades y la verdad. ¿Cómo se defiende la verdad mintiendo?

Sólo un ejemplo: eldiario.es


En eldiario.es, empresa del periodista Ignacio Escolar, como un ejemplo especialmente sangriento, el partido Podemos es tema del día todos los días desde hace año y medio, incluso los días en que no hace nada. El PP y el PSOE no son tema del día nunca, hagan lo que hagan.

El redactor jefe del diario digital, Andrés Gil, se especializa en escribir artículos sobre Podemos o temas afines. De los últimos 40 que escribió antes de irse de veraneo, 21 fueron sobre la crisis de la deuda griega, Tsipras y Syriza, con frecuentes referencias a Podemos y a Pablo Iglesias mientras que 19 fueron directamente sobre Podemos y Pablo Iglesias, de los cuales dos estaban enfocados a las candidaturas de "Unidad Popular" que desafían el liderazgo pleno de Iglesias en la izquierda residual. Ni una palabra de ningún otro partido español. El redactor jefe.

El director y principal accionista del medio, Ignacio Escolar, escribe más sobre el PP. Durante toda la campaña de las municipales se dedicó a denunciar tropelías del partido de derecha y a promover principalmente a los candidatos de los alrededores de Podemos, como Manuela Carmena y Ada Colau. No dedicó un solo artículo al PSOE durante toda la campaña pese a tratarse del segundo partido en cuanto a votantes.

Tres de sus últimos 40 artículos (a la fecha de escribir esto) llaman la atención. En uno se defiende por un artículo que sus clientes identificaron como un ataque a Podemos y que provocó una reacción encendida y probablemente costosa en lo económico para el medio. Escolar asegura en su pieza que no hace periodismo de partido, cuando todas las evidencias están en contra, preocupado evidentemente por la reacción de quienes le pagan el sueldo, los "socios" del periódico.

En dos ocasiones, solamente, el director de un diario en un país con 7 millones de votantes socialistas ha mencionado al PSOE o a alguno de sus militantes en esos 40 artículos: primero cuando dio una información falsa sobre el borrado de tuits de Antonio Carmona (en el contexto de la defensa de un concejal de Ahora Madrid) y después cuando, 24 horas después, se vio obligado a rectificarla. Curiosamente, el infundio aparece como gran "Exclusiva" en el cuerpo del periódico y la rectificación apenas aparece en el blog personal del director.

Lo mismo pasa en Público, donde de hecho están cobrando en plantilla varios de los creadores de Podemos, el equipo de profesores de "ciencias políticas" de Somosaguas, y es en ese diario donde difunden su programa de televisión. Otros que se han posicionado "a la izquierda" (si uno es capaz de aceptar tal posicionamiento de gente como García Ferreras, en cuyo caso probablemente también cree en unicornios) en La Sexta o Cuatro han hecho exactamente lo mismo que el medio de Escolar. Que es lo mismo que al otro lado de la cerca hacen Intereconomía, Telemadrid, RTVE bajo el mando del PP, La Gaceta, ABC y ese monumento a la ignominia periodística que es La Razón.

¿Qué va a pasar si Carmena, Colau, "El Kichi" u otro político de Podemos o sus alrededores cometen un grave error, fallan a sus electores o actúan de un modo que sería incompatible con la ética más sencilla? No lo sabremos por una prensa de izquierda honesta, comprometida con la verdad y libre, no. Lo esperable, tristemente, es que quienes se afirman de izquierda oculten, justifiquen o reinterpreten los hechos. ¿Cómo nos vamos a enterar entonces? Pues por la prensa de la derecha, que estará muy atenta a cada error, pero también a exagerar, acusar e interpretar malévolamente cualquier palabra de alguien que no sea de su partido, acudiendo al más basto amarillismo.

Es decir, en ninguna instancia tendremos una cobertura equilibrada, fiable, honesta y limitada a los hechos que nos informe del error o la chapuza, de sus dimensiones y de los niveles de responsabilidad que implica. Como si no fuera asunto nuestro. Somos víctimas de la desinformación.

Recuerdo que en los años en que impartía ese taller de periodismo no sólo a universitarios, sino a periodistas ya formados que deseaban estructurar los conocimientos que habían obtenido empíricamente (y con algunos de los cuales aún mantengo relaciones cordiales) mi ejemplo todavía era la prensa española de la transición. Una prensa valiente, digna, con grandes ejemplos de periodistas dispuestos a contar la verdad porque descubrían que la libertad era un aire fresco que revitalizaba todos los aspectos de una sociedad anulada y empobrecida por cuarenta años de dictadura.

Hoy, la verdad no es moneda de cambio en la prensa española. Al menos no toda la verdad. Se elige la parte de la verdad que nos conviene por dinero, por ideología, por compromiso, por amistad (como la de ese dueño de un medio que desde hace veinte largos años le presenta sus libros a cierto político cincuentón que se presenta como joven dirigente  de un partido de nuevo cuño), por capricho o por iluminadismo (palabra que no encontrará usted en la RAE).

Pero la gente tiene derecho a conocer toda la verdad. El lector de un diario debe informarse incluso de eso que le molesta, de lo que haya hecho su partido o sus políticos favoritos de modo incorrecto, de sus errores y fallos humanos. Esta procesión de iconos inmarcesibles del PP y de Podemos y cercanías en la prensa hispana no es sana para ninguna sociedad. (El lector, sobre todo no español, se preguntará por qué no hablamos de los medios del PSOE, y es que ese partido no tiene un medio relevante a su servicio... ni debería tenerlo para "equilibrar el tablero", no, sino que debería ser sujeto de información igual que los demás partidos en todos los medios.)

Vivimos la era del #PeriodismoDePartido a caballo entre Stalin y Goebbels y desgraciadamente muy lejos de George Orwell o Enrique Meneses.